Los Cines de La Habana Después del Triunfo de La Revolución.
Como otros tantos sábados, aquella mañana me levanté más temprano que de costumbre y me fui a compartir los últimos momentos de sueño junto a mis padres en su cama, algo que, como muchos niños, disfrutaba enormemente. Un rato después, mi madre me despertó con el acostumbrado café con leche y así comenzó otro de los días más felices y recordados de mi niñez.
Era una linda mañana de verano y acompañado de mi padre, realizamos un largo paseo matutino, iniciando nuestro recorrido por la calle de mi casa y continuando después por los portales de la calle Prado, donde solo nos detuvimos a tomarnos en un quiosco un delicioso coctel de ostiones; finalmente llegamos a la esquina de las calles San Rafael y Consulado y después de comprar las entradas, entramos en uno de los lugares más emblemáticos de la Habana y muy apreciado por mí – y por tantos niños habaneros -, el Cinecito. Esta pequeña sala cinematográfica inaugurada en 1942 con el nombre de Cine Periódico Resumen se especializó primeramente en la proyección de noticieros, documentales y dibujos animados, hasta que poco a poco, los dibujos animados (todos de procedencia norteamericana) fueron desplazando al resto de las exhibiciones y se convirtieron en el único objeto de su programación, transformándose en el cine infantil por excelencia de la ciudad de la Habana. Recuerdo con alegría y algo de nostalgia aquellos simpáticos y entretenidos dibujos animados del “Cegato Mr. Magoo”, “Tom y Jerry” y muchos otros, que tanto hacían reír a los chicos y también a sus acompañantes, en la penumbra de aquella entrañable sala obscura, solo iluminada a veces por los destellos de la linterna de la amable “acomodadora”. Después del triunfo de la revolución, como todos los demás cines, el Cinecito fue “nacionalizado” por el Estado cubano, pasando a formar parte del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC), el cual fue variando poco a poco y muy sutilmente la tradicional programación de sus “cartoons” de factura norteamericana, por otros dibujos animados producidos en Cuba y otros países, fundamentalmente de Europa del Este y Asia, no tan simpáticos ni entretenidos como los de antaño, pero que también disfrutaban mucho los inocentes niños.
Para mi suerte, mi casa era un lugar muy privilegiado en cuanto a cines se refiere porque no solo en mi barrio, sino también muy cerca de mi domicilio, donde podíamos ir caminando muy fácilmente, se encontraban muchísimos otros cines como: Actualidades, América, Campoamor, Capri, Cervantes, Cuba, Duplex, Esmeralda, Fausto, Favorito, Finlay, Habana, Ideal, Negrete, Payret, Radiocine, Regio, Reina, Rex Cinema, Rialto y Universal. Así que cada fin de semana, mis padres, si no querían tomar ningún ómnibus, podían seleccionar entre una amplia programación de películas, al principio casi en su totalidad norteamericanas, mexicanas y argentinas, pero poco después, de países y culturas tan disímiles como Francia, España y Japón, por solo mencionar las más frecuentes. De estos países, me vienen a la mente filmes tan trascendentes como “Fántomas”, “La vida sigue igual” y “Masajista Ichi”, las cuales se mantenían en sus circuitos de estreno varias semanas consecutivas con largas filas de ansiosos espectadores de todas las edades.
Resulta inexplicable que un país, donde su capital mantenía un promedio de una sala de cine por cada 2800 habitantes y estaba en planos muy superiores a muchas otras grandes ciudades del mundo, que hizo ingentes esfuerzos en desarrollar su propia producción cinematográfica, que llegó a crear instituciones de formación y promoción de noveles cineastas y que cada año organizaba un Festival donde se proyectaban las mejores producciones del área latinoamericana, se fue quedando atrás, prácticamente sin salas de proyección, debido a una falta de visión gubernamental evidente y a una casi nula política de desarrollo y conservación. Es solamente que, como otros tantos gustos y preferencias de los cubanos, el séptimo arte se convirtió también en solo una memoria más.
Lindos recuerdos en este capítulo.
ResponderBorrarAsí es mi amigo narras muy bien aquella época , éramos los reyes del cine por así decirlo, hoy en día por ejemplo el de guanabacoa , mi municipio, que contaba de una belleza estructural grandiosa ha sido olvidado como tantas otras cosas.
ResponderBorrarPero bueno a lo que íbamos, tus recuerdos maravillosos muy bien narrados, continúa escribiendo nos haces disfrutarlos a través de la lectura; mis saludos y éxitos.