Capítulo XV (Parte 2): Los Parques y sus Misterios

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Parque Rio Cristal 1





Existe en la Habana también otra modalidad de parques que, además de la belleza de sus diseños y de sus fascinantes entornos, tienen múltiples atracciones recreativas y elementos de distracción que hacen de su visita un lugar obligado de grandes y chicos en cualquier época. De estos, tengo grabados en la memoria tres en particular: el Parque Río Cristal, con su impactante piscina y plataforma de clavado de cinco niveles, el Parque Lenin, tan famoso por su altísima estrella giratoria y el Parque Almendares, con su magnífico “golfito”. Estos tres maravillosos parques los visité en unión de mi familia y mis amigos en múltiples ocasiones en todas las etapas de mi vida, disfrutando a plenitud de sus instalaciones y de la excelencia del servicio que allí se brindaba.



Parque Rio Cristal

Parque Lenin 1

Parque Almendares 2


El Parque Río Cristal, ubicado en la periferia del centro de la ciudad, en el municipio Boyeros, tomó su nombre haciendo referencia a las cristalinas aguas del río que lo bordeaba y el lugar tuvo su origen en 1790, cuando se asentó allí un barracón de esclavos; posteriormente, en 1854 fue utilizado como convento de monjas, y finalmente, después del triunfo de la revolución se remodeló y fue inaugurado como un excelente centro recreativo, contando con múltiples atracciones. La abundante y bella vegetación de su entorno y la amplia variedad de sus ofertas, hacía de este sitio una de las mayores atracciones de la capital, siendo visitado frecuentemente por una amplia multitud de capitalinos y muchas personas foráneas, en su trayecto desde o hacia el aeropuerto internacional José Martí. Esta instalación contaba, entre otras áreas, con un magnífico restaurante, con capacidad para 140 comensales y poseedor de un amplio menú de platos típicos cubanos a precios módicos; un bello parque infantil, equipado con múltiples aparatos, en el que sobresalía un maravilloso castillito salido como de un cuento de hadas; una enorme y siempre reluciente piscina, muy famosa por su mirador de cristal y su horario nocturno, con disponibilidad de taquillas, baños públicos y coronada en uno de sus extremos con una alta plataforma de clavados de cinco niveles para el disfrute de todos sus visitantes; tenía además varios atracaderos de botes, con los que se podía disfrutar de un agradable paseo a través de las tranquilas y transparentes aguas del aledaño río.


Parque Rio Cristal 2


Ubicado también en la periferia citadina, en las cercanías de la carretera de Calabazar, municipio Arroyo Naranjo, se encuentra el mayor “pulmón verde” de la ciudad, el muy popular Parque Lenin, el cual fue inaugurado en abril de 1972 con una muy variada oferta para el disfrute de toda la familia. Con sus 670 hectáreas colmadas de frondosos bosques y extensas áreas de verde césped es el mayor de los parques habaneros. Entre sus principales atracciones se destacaban, entre otras, sus elegantes restaurantes; una gran cantidad de cafeterías, heladerías y pequeños quioscos de bebidas y comestibles; un moderno parque infantil de diversiones con diversos y sofisticados aparatos; un complejo de piscinas; un enorme anfiteatro; un área de rodeo, donde se efectuaban también ferias agropecuarias; un bello acuario, en el que se podían apreciar una gran diversidad de especies marinas y hasta cocodrilos; varias galerías de arte y talleres de cerámica; varios cines y teatros infantiles; un reluciente lago artificial, donde se alquilaban botes y bicicletas acuáticas; una amplia zona de equitación, donde se podían alquilar caballos y pequeños ponis y muchas, muchas otras magníficas ofertas imposibles de enumerar. Desde lo alto de su enorme estrella giratoria, se podía disfrutar de una vista espectacular de la inmensa área del parque y sentados cómodamente en un curioso trencito de vapor del siglo XIX, se podía recorrer una buena parte de este a través de un circuito de 9 kilómetros. Aún recuerdo con mucha nostalgia las muchas visitas que hice acompañado de mis padres o mis amigos a este majestuoso jardín de la capital cubana y las memorables colas que teníamos que hacer en las cafeterías para comprar helados, bombones y barras de chocolate, caramelos, galleticas y otras tantas deliciosas golosinas. Al final de la tarde, después de realizar nuestro recorrido en el trencito, montar la fabulosa estrella y el deslizador, dar un paseo en bote o a caballo y disfrutar de un apacible rato de ocio a la sombra de un frondoso almácigo, nos dirigíamos a degustar un delicioso almuerzo en el restaurante “Las Ruinas” o en “La Faralla”.



Barras de chocolate

Parque Lenin 2


Muchas fueron las veces que visité en unión de un grupo de amigos el pequeño campo de golf del Parque Almendares, bautizado por todos como el “golfito”, donde celebrábamos verdaderas competencias y demostrábamos las habilidades de cada cual en los complicados vericuetos que teníamos que desafiar para llegar hasta el final del colorido terreno con la diminuta pelotica, impulsándola con aquellos pequeños bastones que alquilábamos por hora. Después de efectuar varios partidos, disfrutábamos todos de una copiosa y sabrosa merienda en la siempre surtida cafetería y, por último, alquilábamos uno o varios botes para recorrer el apacible río de aguas transparentes, rodeados de una exuberante vegetación y bajo el influjo de una agradable brisa.


Este fabuloso oasis citadino localizado justo debajo del puente del mismo nombre que une dos famosas zonas residenciales de la capital era el lugar predilecto de las familias habaneras, donde escapaban a menudo de la agitada y estresante vida de la ciudad y disfrutaban de un gratificante contacto con la naturaleza. El Parque Almendares forma parte de una zona mayor, popularmente conocida como el “Bosque de la Habana”, una extensa franja verde a orillas del río Almendares en el oeste de la ciudad. Este monumental proyecto debe su especial encanto al urbanista francés Jean-Claude Nicolas Forestier, quien a principios del siglo XX fue muy renombrado por su crucial influencia en otros sitios icónicos de La Habana, como el Paseo del Prado y el Parque Central.



Parque Almendares 3


Estos tres magníficos parques habaneros son otros de los tantos ejemplos que he mencionado de las maravillas propias de la ciudad que, debido a la desidia y a la poca valoración que se les ha dado, han caído irremediablemente en un estado de depauperación tal que, para lograr recuperarlas, se requieren inversiones millonarias, imposibles de asumir en la actualidad por el gobierno cubano debido a la profunda crisis económica que se cierne sobre la isla, pero que en su momento se podía haber remediado.


El Parque Río Cristal permaneció por mucho tiempo en estado ruinoso sin mucha o ninguna atención y, lamentablemente, después de esa etapa, conservó muy poco del viejo esplendor recordado por todos aquellos que lo conocimos en la ya lejana época de los 60, cuando era uno de los sitios habaneros más visitados por la población capitalina y por casuales turistas extranjeros. Solo ha mantenido intacta la gran belleza de su entorno vegetal, no así la de su río, que ha sufrido durante años el vertimiento indiscriminado de aguas negras y residuos albañales de los repartos circundantes y se ha convertido en un espectro de lo que fuera antes. Del reluciente cristal de las aguas del río que bordeaban el lugar antaño solo ha quedado el nombre. Su famoso “Castillito” ha sufrido el embate del tiempo y se ha mantenido en espera de una necesaria restauración, y su espléndida piscina, antes tan frecuentada, apenas se mantiene abierta los fines de semana, para el disfrute de un limitado número de personas en los pocos momentos que se mantiene llena.



Parque Rio Cristal 3


El Parque Lenin, el mayor y más importante “pulmón verde” de la capital, es ahora una lamentable imagen de destrucción y abandono y ya queda muy poco de la antigua fama que lo caracterizaba. Sus majestuosos aparatos de recreación yacen oxidados dentro de la maleza, la famosa estrella giratoria se encuentra rota desde hace mucho y el deslizador permanece seco. Los restaurantes y cafeterías sufren una cada vez más creciente escasez de ofertas de productos, y sus áreas de equitación y paseo en botes, que tanto disfrutaban grandes y chicos, ya no funcionan. Es justo decir que, dada la belleza inigualable de este sitio, todavía es visitado por numerosas personas que logran llegar al lugar, desafiando de alguna manera la carencia de transporte, pero infelizmente solo encuentran una triste caricatura de lo que fuera este hermoso parque en tiempos pasados.



Parque Lenin 3


El tan aclamado Parque Almendares de la Habana tampoco ha quedado exento de estas calamidades, las aguas del río homónimo que lo circunda ya no son tan limpias ni transparentes y numerosas montañas de escombros y disímiles suciedades se acumulan en sus riberas. El famoso “golfito” ha quedado en el más profundo abandono y los pertinaces clientes que aún quieren utilizarlo para recrearse, deben llevar sus propios instrumentos. El alquiler de botes no funciona, porque sus principales recursos, los botes, se han roto y no han tenido reposición. Las pocas instalaciones gastronómicas que permanecen prestando servicios, que en su inmensa mayoría pertenecen al sector privado, mantienen precios exorbitantes de los productos que ofertan, no acordes al poder adquisitivo de las numerosas familias que visitan el lugar acompañadas de sus niños.



Parque Almendares 4


En resumen y en muy pocas palabras, es penoso tener que reconocer que, de estos maravillosos parques, orgullo de los habaneros, solo ha permanecido intacta, desafiando el riguroso paso del tiempo y la inclemente e injustificada desatención, su espléndida y afrodisiaca vegetación, salvando la honrilla de la ciudad, para satisfacción de la aún muy concurrida presencia de sus habitantes.


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