Capítulo LII: La Tormenta del Siglo

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La Tormenta del Siglo.

 


Ese viernes 12 de marzo por la noche, después de terminada la película del canal 6, pasada la medianoche, presencié un aviso en el que anunciaban el creciente deterioro del tiempo debido a lo que, en aquel momento, catalogaron como la inminente entrada de un frente frío. Apagué el televisor y me fui a acostar con la convicción de que al día siguiente sería una jornada de nublados y lluvias —como para “no salir de casa”—, pero sin la menor idea de lo que realmente iba a ocurrir.


Serían las tres de la madrugada cuando me despertó una extraña claridad que iluminaba mi cuarto a intervalos, acompañada de un zumbido raro proveniente del exterior. Me levanté para encender la luz, pero no había corriente eléctrica. Entonces me dirigí al último cuarto de la casa con el fin de mirar por las ventanas y comprobar qué estaba sucediendo.


Cuál no sería mi enorme sorpresa cuando, al abrir una de las ventanas, me golpeó en la cara un fuerte viento y, al mirar hacia el cielo, lo encontré totalmente iluminado por continuos relámpagos que destellaban como si fueran el arco de una soldadura eléctrica, convirtiendo literalmente la noche en día. Me quedé un buen rato ensimismado observando aquel extraño fenómeno, hasta que volví a la cama con una sensación mezcla de admiración, sopor y temor.


En el trayecto a mi cuarto me encontré con mi madre, que también se había levantado alarmada por los mismos motivos, y me comentó lo inusual de la situación. No fue hasta la mañana siguiente que nos enteramos de que lo que habíamos presenciado esa madrugada era el impacto directo, en la mitad occidental y central del país, de un fenómeno meteorológico tristemente recordado como la “Tormenta del Siglo”, que ocasionó enormes destrozos y cuantiosas pérdidas.


Aunque muy improbable para la época del año, muchos creyeron —y lo comentaban incluso años después— que este fenómeno había sido “una tormenta o ciclón tropical”. Sin embargo, las investigaciones posteriores demostraron que lo que transitó por el Golfo de México no fue más que una baja extratropical, con un frente frío que se extendía hasta México, casi cruzando al océano Pacífico.



Vista Satelital del Avance de la Tormenta.


En aquellos trágicos momentos narrados de marzo de 1993, el Instituto de Meteorología de Cuba tenía un desarrollo tecnológico muy pobre. El acceso rápido y preciso a la información disponible en otras partes del mundo era solo un tema de comentarios entre los especialistas, como algo lejano, casi ciencia ficción. Ese atraso en la recepción de datos —incluso de imágenes satelitales— implicaba retrasos de varias horas en su procesamiento. Para entender la magnitud de la ineficiencia, basta decir que las imágenes de satélite debían recibirse e imprimirse en fotografías en blanco y negro para ser consultadas manualmente horas después. De ahí la falta de previsión y la pobre información que llegó oportunamente a la población, sin el tiempo suficiente para prepararse ante el enorme desastre que se avecinaba.


Por otra parte, en esa época los únicos medios de información masiva eran los periódicos, la radio y la televisión, y de esta última solo existían dos canales, el 6 y el 2, con programaciones rígidas y limitadas. A ello se sumaba que en gran parte del territorio occidental y central no había fluido eléctrico —el país sufría los estragos de uno de los años más duros del llamado “Periodo Especial”—, lo que agravaba el grado de ignorancia y desinformación en que quedó la población ante la tragedia.


Los destrozos causados por los fuertes vientos en la madrugada del 13 de marzo ocurrieron al paso de la vaguada prefrontal, con rachas superiores a los 160 kilómetros por hora. La estación meteorológica de Santiago de las Vegas, en La Habana, registró una de 167 kilómetros por hora, comparable a la de un huracán de categoría I. Pero esto fue solo la primera parte; lo peor vendría después.



Destrozos Causados por la Tormenta.

Destrozos en Zonas Cercanas al Malecón Habanero.

Titulares de los Destrozos en el Periódico.


En el Golfo de México, los vientos asociados a la circulación de la baja extratropical provocaron grandes marejadas, que como mar de leva comenzaron desde las primeras horas de la mañana del día 13 a impactar la costa norte occidental y central de Cuba. La capital sufrió una de las peores inundaciones costeras hasta entonces, arrasando con todo a su paso. Quedaron literalmente cubiertas por las aguas zonas como los Bajos de Santa Ana, en Santa Fe (municipio Playa), así como varios tramos del litoral de los municipios Plaza de la Revolución, Centro Habana y La Habana Vieja. Incluso el túnel de La Habana y el de Quinta Avenida quedaron completamente anegados e inutilizados por largo tiempo. Otro caso extremo fue el desplome de una gigantesca grúa torre viajera emplazada en el puerto de La Habana, a causa de la fuerza del viento y las marejadas.



Inundaciones Severas en los Barrios Cercanos al Litoral.

Inundaciones Severas en La Habana.

Inundaciones en los Túmeles.


Uno de los fenómenos más impresionantes, que yo mismo presencié, fue la extraordinaria y continua actividad eléctrica, que iluminaba el cielo sin apenas intervalo entre un relámpago y otro. La oscuridad total de la ciudad, por el extenso “apagón”, hacía resaltar aún más aquel resplandor que semejaba la luz del día.


Junto a todo esto se produjeron otros episodios de tiempo severo: granizadas, dos tornados, rachas lineales intensas, aeroavalanchas y registros de temperaturas muy frías —entre 7 y 8 grados Celsius—, sobre todo en la zona central del país.


El saldo de pérdidas que dejó la llamada “Tormenta del Siglo” en Cuba fue enorme y golpeó aún más la precaria situación que vivía el país. Miles de viviendas resultaron dañadas y los cultivos agrícolas de prácticamente toda la zona occidental y central quedaron destruidos. En Pinar del Río se afectaron gravemente o se derrumbaron unas 300 casas de curar tabaco, mientras que en La Habana se reportó la caída de más de 700 postes eléctricos y telefónicos. Lo más doloroso fue la muerte de cinco personas, mientras que el número de damnificados alcanzó la enorme cifra de 250 mil. En total, las pérdidas económicas se calcularon en 1.000 millones de pesos.


La vaguada prefrontal de marzo de 1993, bautizada popularmente como la “Tormenta del Siglo”, según los especialistas no es un hecho aislado en el tiempo, pues antes y después hubo fenómenos similares. Sin embargo, lo que sí resulta indiscutible es que este episodio, unido al devastador impacto de la otra gran “tormenta” llamada “Periodo Especial”, marcaron la pauta de una crisis económica general de la cual Cuba nunca más logró recuperarse.






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