Medidas Radicales Aplicadas en Cuba a Finales de los 60s.
Desde años anteriores ya había logrado algunas concesiones en cuanto a la supervisión y control de mis padres e iba y venía solo de la escuela y fui en varias ocasiones a jugar pelota a algunos centros deportivos con mis compañeros de aula y a visitar algunos museos y otros lugares de interés cercanos a mi casa, pero no fue hasta el año 1968 que en realidad logré una emancipación más completa, sobre todo, después que culminé exitosamente el gran desafío de la “escuela al campo”. Con este hecho, mis padres se convencieron quizás un poco más de que había alcanzado una mayor madurez y responsabilidad en mi trayectoria de adolescente y me permitieron salir, solo o con mis amigos, al cine, a fiestas de cumpleaños e incluso hasta disfrutar de una corta jornada en alguna de las playas de Marianao, claro, sin excederme en la hora de llegada a la casa, que nunca podía ser más allá de las 10 de la noche. En este año mi padre también comenzó a darme una mesada de 10 pesos semanales – muy significativa para esa época - y con ese dinero, y con el que lograba ahorrar del que me regalaban en mi cumpleaños, podía darme hasta ciertos lujos, al poder comprarme algo barato que me gustara o poder regalarle una flor o invitar a una frugal merienda a alguna bella niña que me simpatizara en la escuela. Esta gran ofensiva que desarrollé con mis padres para lograr una mayor independencia coincidió, aunque sin ninguna relación posible, con otra colosal ofensiva iniciada en el país a principios de año, a partir de un extenso discurso pronunciado por el líder de la revolución en la escalinata de la Universidad de la Habana el día 13 de marzo, la llamada “ofensiva revolucionaria” - “… no tendrán porvenir en este país ni el comercio ni el trabajo por cuenta propia ni nada …” -, con la cual, todo quedaría después definitivamente controlado por el Estado, incluyendo la vida y el pensamiento de las personas.
Muchas personas quedaron desempleadas como consecuencia de aquella “ofensiva revolucionaria”. Muchas de estas personas pasaron a ser trabajadores estatales, otras aceptaron voluntariamente ser enviadas a realizar labores agrícolas lejos de su residencia, pero todas aquellas que no estuvieron de acuerdo en acatar las nuevas disposiciones impuestas por el gobierno, fueron forzadas a trabajar y enviadas en contra de su voluntad a las tristemente célebres Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP).
Las UMAP eran instituciones creadas en 1965, en lugares aislados y de muy difícil acceso al sur de la provincia de Camagüey, con el objetivo de reformar a aquellos que manifestaban, según el gobierno, ciertos “vicios capitalistas”. Este concepto, algo abstracto, no se aplicaba solamente a aquellas personas que quedaban desempleadas como consecuencia de la “nacionalización” y confiscación de sus negocios, sino también incluía a otras personas que poseyeran “otros vicios heredados del pasado” como homosexuales, religiosos, jóvenes sin vínculo estudiantil o laboral y desafectos al sistema sociopolítico, consideradas todas como “lacras sociales”, a quienes se trataba de corregir a través del rudo trabajo agrícola y recibiendo un tratamiento político-ideológico diario, mediante charlas y estudios obligatorios. Era una etapa de extremo radicalismo en el país y todo lo que fuera contrario a la ideología oficialista imperante era considerado como un “diversionismo ideológico”. Cualquier hombre con cabellos largos, que usara pantalones “demasiado estrechos”, oyente de música rock por onda corta y admirador de los Beatles, era considerado como “lumpen” y, por ende, podía ser enviado a estos bien disimulados campos de concentración. Un famoso cantautor cubano, fundador de la “Nueva Trova”, fue huésped ilustre de esta macabra institución y muchos años después lo describiría en sus memorias – “…"nos lograron juntar a todos los que consideraban despreciables en un campo de concentración …".
Aunque aquellas vergonzosas UMAP fueron eliminadas totalmente algunos años después de su instauración y el gobierno mantuvo sobre ellas el más profundo ostracismo, estas instituciones militares dejaron una amarga y profunda huella en todos aquellos que tuvieron la triste desgracia de conocerlas.
Una vez iniciada aquella “ofensiva revolucionaria” todo se volvió mucho más difícil en el país y se incrementó la persecución y represión interna a todo aquel que no cumpliera con las expectativas y moldes prefijados por el Estado, unas veces de forma más sutil y otras de forma más abierta, empezando las conocidas “prohibiciones”, que continuaron y se mantuvieron hasta tiempos muy recientes. Por mucho tiempo, fueron muy mal vistas por el gobierno aquellas personas que mantuvieran relaciones con familiares y amigos en el extranjero y estos últimos eran catalogados como "traidores a la patria"; algunas religiones profesadas por un grupo importante de personas, Testigos de Jehová, Abakuá, entre otras, eran cuestionadas y reprimidas y aquellos insistentes fieles que las seguían, estaban limitados de poder obtener ciertos trabajos e incluso ciertos estudios; los individuos que tuvieran una expresión de género diferente a la esperada, no eran totalmente asimilados por las instituciones del gobierno y estaban excluidos de militar en el único Partido permitido en el país y de ocupar cargos estatales – “…lo que no sea “viril” no es revolucionario …” -, y por supuesto, todos aquellos que pensaban de una forma diferente a lo que profesaba la doctrina política ideológica del gobierno, quedaban permanentemente señalados y eran continuamente vigilados y reprimidos de poder manifestarse públicamente.
Por otra parte, al no poder el Estado suplir de forma estable todos aquellos servicios necesarios que existían y que se mantenían gracias a los pequeños negocios privados, la calidad de vida de la población comenzó a deteriorarse rápidamente y el descontento popular se hizo mucho más latente, hasta el punto que años después y preocupado por ello, el gobierno tuvo que revocar todas aquellas medidas, asumir una mayor apertura, permitiendo la participación de otros actores económicos diferentes a los estatales y regresar nuevamente a la propiedad privada, primeramente, asumiendo el surgimiento de los famosos “trabajadores por cuenta propia”, después, aceptando las agrupaciones de estos trabajadores privados en sendas cooperativas de diversos tipos, y más recientemente, creando las nombradas “Micro, Pequeñas y Medianas Empresas” (MIPYMES); pero lamentablemente, ya el daño estaba hecho y la situación económica y social del país no logró recuperarse del penoso desastre iniciado aquel célebre año de la ofensiva.
Tony es increíble el estudio minucioso que estas realizando de el gran atropello que realizó y está realizando ese despota gobernó en nuestro querido país y que nos obligó a irnos para aunque sea vivir decorosamente. Gracias a Dios este gran país nos abrió los brazos y nos ha dado lo que el nuestro nos quitó.
ResponderBorrarEn la UMAP mandaron a mi hermano solo porque se iba del país. Allí también mandaron al Cardenal Ortega.
Gracias de nuevo por tu trabajo. Clarita