Situacion de las Playas de Marianao en La Habana.
El archipiélago cubano, formado por la Isla de Cuba, la Isla de Pinos (hoy Isla de la Juventud) y alrededor de 1.600 isletas y cayos adyacentes, está situado a la entrada del Golfo de México y es bañado por las cálidas aguas del Mar Caribe. Por su marcado clima tropical, siempre se ha considerado como “un eterno verano”, porque prácticamente durante todo el año, sus habitantes y las personas que lo visitan pueden disfrutar de días maravillosos, con un radiante sol, en sus numerosas hermosas playas. Al este de la ciudad se encuentra un litoral costero muy extenso donde se ubican las mejores playas, como Santa María del Mar y Guanabo, caracterizadas por sus arenas blancas muy finas y sus aguas transparentes, y al oeste, se localizan las no menos famosas playas de Marianao (hoy pertenecientes al Municipio Playa).
Los habaneros, al igual que el resto de los cubanos, no conciben tener una diversión plena sin ir a la playa, donde pueden disfrutar durante casi todo el año, solos, con sus parejas o con toda la familia, del aire puro, las finas arenas y la frescura de sus tibias aguas. Mis padres y yo no éramos la excepción de la regla y visitábamos frecuentemente las playas de Marianao, que eran las más cercanas a nuestra casa. Estas playas eran muy nombradas antes del triunfo de la revolución por sus espléndidos y exclusivos clubes, los que después de 1959, al igual que todo lo demás, fueron “nacionalizados”, cambiaron sus nombres por “Círculos Sociales Obreros”, mantuvieron su esplendor por algunos pocos años, hasta que cayeron en el más total abandono. Entre estos clubes puedo mencionar algunos tan famosos como el Havana Yatch Club, el Casino Español de la Habana, el club Náutico y el balneario La Concha. Es precisamente de este último que mantengo mis mejores vivencias.
El balneario La Concha fue inaugurado en 1929 y fue concebido por un arquitecto cubano que le otorgó una apariencia muy curiosa, entre castillo feudal y claustro conventual románico. A diferencia del resto de los clubes que se encontraban en esa zona, este balneario era el único que funcionaba sin asociados fijos, sino mediante el pago de una modesta tarifa de entrada, por lo que era muy popular. Al ser “nacionalizado” en 1959, estas tarifas fueron eliminadas, sumándose, al igual que la mayoría de los lugares de entretenimiento y distracción, al conocido proceso de “gratuidades”, lo que marcó el inicio de su posterior etapa de depauperación. Contaba con dos secciones (damas y caballeros) en las que se incluían casetas individuales y más de 1.500 taquillas para guardar las pertenencias personales. Tenía además diversas facilidades para practicar deportes como campos de tenis, canchas de hand ball y aparatos de gimnasia. Este club daba acceso al aledaño Coney Island Park, el parque de diversiones más famoso del país en ese tiempo.
Era una costumbre invariable que el día de mi cumpleaños visitara ese parque en unión de mis padres y otros miembros de mi familia, donde disfrutábamos de lo lindo en su monumental “montaña rusa”, su elevada “estrella”, en los “caballitos”, con sus bellas melodías o en los divertidos “carros locos”, por solo mencionar algunas de las tantas atracciones de ese lugar. El Coney Island estaba inspirado en un gran parque de diversiones del distrito de Brooklyn, en el estado de Nueva York, Estados Unidos y abarcaba una extensa área entre la Quinta Avenida y el balneario La Concha.
Al regresar a la casa después de ese intenso y emocionante paseo, recuerdo que siempre nos aguardaba el exquisito cake de nata de ”La Gran Vía”, una de las dulcerías más famosas de la Habana, el que, después del insustituible canto de “Happy Birthday” y soplado de las velitas, degustábamos ávidamente, tanto los chicos como los mayores, acompañado de las inolvidables botellitas de refresco bien frio.
Recuerdo muy bien que cuando en la casa ya contábamos con teléfono, mi madre reservaba el sabroso pastel llamando a la dulcería con varios días de antelación y este lo traían a la casa, fresquecito, el mismo día de mi cumpleaños, pues contaban con una flota de camiones propio muy eficientes. Este pródigo negocio de propiedad familiar, fue “nacionalizado” en la década de 1960 y en la actualidad se encuentra cerrado desde hace un buen tiempo y no parece que exista el menor deseo de que se vuelva a vender allí ni un triste masareal.
Pero volviendo a nuestro tema principal, después de la toma del poder en 1959, el gobierno revolucionario nunca se preocupó seriamente por implementar un mantenimiento sistemático de aquellos antiguos clubes (hoy “Círculos Sociales Obreros”) y menos aún por la reparación de las instalaciones que ya habían sufrido un alto nivel de deterioro. Por solo mencionar algunos ejemplos, tenemos el caso del antiguo Casino Español de la Habana, que se le entregó al Sindicato de trabajadores de la administración pública, donde toda su estructura trasera se desplomó, perdiendo hasta su famosa Botella, y ha permanecido en esas mismas condiciones por mucho tiempo sin que se haya acometido su reparación, o podemos referirnos también al otrora aristocrático Havana Yatch Club, patrocinado por el Ministerio de la Construcción, donde toda su edificación está apuntalada por peligro de derrumbe, tiene clausurados sus principales salones y los fondeaderos están a punto de hundirse. En mi añorado balneario La Concha, la situación es muy similar, ya no están en funcionamiento muchas de sus instalaciones por el estado deprimente que presentan y de otras, solo queda un montón de escombros esparcidos por la arena, mezclados con la basura que, indiscriminadamente, han vertido en sus alrededores.
La llamada “propiedad social”- que no es de nadie -, impuesta desde el año 1959 sobre todos estos magníficos clubes, propició su deterioro y destrucción acelerada, sin que nadie se preocupara ni ocupara por detenerla y hoy no son más que unas tristes y penumbrosas ruinas, para verguenza de los que los conocieron de antaño, perdiéndose irremediablemente este hermoso y valioso patrimonio de la Habana y del país y haciendo palidecer aquel “eterno verano” de sus hermosas playas.
Cuantos recuerdos, de niña si me llevaron mucho al Club Náutico, los Domingos habían espectáculos de circo, payasos etc, un baño de mar temprano, para estar listo al espectáculo. Gracias por tanto recuerdo, que interesante para nuestra memoria todo lo que escribes. Continúa!!!!!!!Gracias.
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