La Nacionalización de las Entidades Privadas Cubanas Después del Triunfo de la Revolución (Parte 3).
Como consecuencia de todas estas acciones de confiscaciones, apropiaciones, o como se les gustaba llamar “nacionalizaciones”, hasta mediado de 1960, en una primera etapa, ya se había despojado de sus propiedades a 1.500 personas, consideradas como vinculadas al antiguo gobierno por el entonces Ministerio de Recuperación de Bienes Malversados y fue suprimida la educación privada y, por ende, fueron intervenidas sus instalaciones y todos sus activos pasaron a manos del gobierno revolucionario. También, todos los medios de comunicación y espectáculos públicos fueron “nacionalizados” en la primera mitad de la década del sesenta. Entre los meses de junio y octubre de 1960, en una segunda etapa, se dispuso la “nacionalización” de todas las entidades industriales y comerciales norteamericanas que radicaban en la isla. Finalmente, en la tercera etapa, entre 1960 y 1968, se nacionalizaron 55.636 entidades privadas cubanas, a partir de la denominada “ofensiva revolucionaria” decretada por Fidel.
Poco podía entender mi inocente mente de niño lo que estaba sucediendo en aquellos momentos, aunque poco a poco, todas aquellas medidas fueron incidiendo en mí de alguna forma, al igual que en el resto de los cubanos. Empezaron a desaparecer las tradicionales golosinas, jugos y refrescos – ¡cuántas marcas y sabores! - que tanto disfrutaba en los quioscos y cafeterías; se comenzaron a restringir los suministros de algunos productos básicos tales como la leche y la carne; empezaron a desabastecerse las tiendas de vestuario, calzado y enseres del hogar y hasta de los famosos y bellos juguetes, que nunca faltaban en sus vidrieras en los primeros días del año y así, año tras año, fueron “esfumándose” muchas otras cosas, interminables de contar.
Viene a mi mente algo muy simple, pero que se puede añadir perfectamente a lo ya mencionado a manera de ejemplos. Me refiero a un tradicional entretenimiento de la población infantil, las “postalitas”, que tanto disfrutaban los niños en esa época en todo el país y que desapareció por completo sin apenas darnos cuenta. Estas pequeñas pero maravillosas postales a colores venían adjuntas a los caramelos, galleticas y otras golosinas que se vendían en la mayoría de las cafeterías, bodegas y bares en toda la isla y eran coleccionables. Todos los niños teníamos la ilusión de completar nuestro álbum con todas sus postalitas, por el que recibiríamos un premio si lo lográbamos, y para ello, teníamos que comprar los caramelos, aunque también podíamos obtenerlas jugando entre nosotros a un juego algo similar al de cartas; algunas veces las intercambiábamos, con el fin de obtener alguna que no teníamos en nuestro álbum. Era un entretenimiento muy sano, divertido e instructivo, y a muchos les despertó una futura vocación de coleccionista.
La mayoría de las postalitas estaban vinculadas a los principales episodios y héroes que estaban de moda en las transmisiones de la radio y televisión de la época, como “El Corsario Negro”, “Robin Hood”, “Sandokán”, “El Capitán Tormenta” y muchos otros, aunque tampoco faltaban muchas de carácter educativo – y también político - como las del “Zoológico” y las de la “Revolución”.
Pero no solo fueron desapareciendo unas tras otra las cosas materiales, sino también los servicios individuales de personas que ejercían diversos oficios, los cuales facilitaban en gran medida la vida de la familia cubana de la época, por ejemplo: limpiabotas, amoladores de tijeras y cuchillos, mensajeros de comercios y farmacias, reparadores de colchones y bastidores, cristaleros, jardineros, sastres, y muchos otros.
La “nacionalización” de todos los negocios privados cubanos se hizo a través de varias disposiciones estatales promulgadas desde mediado de 1960 hasta 1968 y estos fueron comprados a sus dueños forzosamente y otros fueron entregados voluntariamente, por idealismo, por oportunismo o por temor a las represalias. Estos expropietarios fueron calificados popularmente con el mote de “siquitrillados”, pero muchos fueron reubicados en sus propios negocios o en otros ya “nacionalizados” por sus demostrados conocimientos y probada honradez, otros, como es de suponer, se negaron rotundamente a aceptar esos cargos.
El transporte público de pasajeros también fue afectado seriamente por la “nacionalización”, pero este, por su importancia, merece mención aparte. Hasta enero de 1959, varias empresas pequeñas, integradas por propietarios de ómnibus, fueron asociándose sistemáticamente hasta constituir la Cooperativa de Ómnibus Aliados S.A. (COA), que operaba casi todas las rutas que transportaba a la población desde el centro de la ciudad hacia la periferia y también cubría los desplazamientos interprovinciales. Al triunfar la revolución, en la capital del país existían 2,400 ómnibus que daban servicio a 1.5 millones de habaneros. El 6 de marzo de 1959 la COA y otras empresas privadas de ómnibus que aun existían fueron “nacionalizadas”, integrándose dos años después a la empresa estatal Ómnibus Urbanos de La Habana. A partir de ese momento, la situación del transporte público de pasajeros en la ciudad nunca logró estabilizarse totalmente, teniendo en ocasiones muy contadas algunas mejoras, pero manteniendo una tendencia general al empeoramiento.
Con todas estas acciones, desapareció prácticamente toda la propiedad privada en Cuba y solo los choferes de alquiler de vehículos privados nombrados “boteros” sobrevivieron.
Algunos de los expropietarios privados “nacionalizados” permanecieron en la isla con su familia y se fueron adaptando o no a las nuevas condiciones impuestas por el gobierno, pero otros emigraron, mientras pudieron, a otros países, principalmente a los Estados Unidos.
Admiro la capacidad de recordar tanta información, muy útil a los que ya casi tenemos olvidada.
ResponderBorrarDe aquella época, recuerdo las peluquerías para niños, donde mi adorada tía nos llevaba a mi hermano, hermana y a mi, su decoración y buen trato nos motivaba mucho.
Muchas gracias, por toda su información y continúe.