Capítulo XXXVIII: La Playa Azul

0

Varadero



Ese mes de Septiembre, mis padres y yo decidimos disfrutar de unas vacaciones diferentes y con muchos deseos, pero sin mucho planeamiento, hicimos nuestras maletas y con la dirección de una amiga de mi primo en el bolsillo, nos dirigimos bien temprano en la mañana a la Terminal de ómnibus de La Habana para, a través de la “lista de espera”, tomar uno de los confortables vehículos japoneses marca “Hino”, bautizados por todos como “Colmillo Blanco”, con destino a Varadero.



Omnibus Hino


Era la segunda vez en mi vida que iba de vacaciones con mis padres a Varadero. La primera vez fue en los años 60, cuando era un niño muy pequeño, por lo que no tengo muchos recuerdos de esa ocasión, aunque sí me viene a la mente que nos hospedamos en un pequeño hotelito construido de madera, que estaba ubicado justo en el centro del pueblo, de dos pisos y muy pocas habitaciones; también recuerdo que fuimos a un pequeño pero atractivo cine que se encontraba a pocas cuadras de nuestro hotel donde, debido a la intranquilidad propia de mi corta edad, no pudimos disfrutar de la película completa. Esa vez, al igual que ahora, también nos fuimos de aventuras, sin pensarlo mucho, y disfrutamos de unos espléndidos días de “sol y arena”, juntos en familia, en una de las mejores playas del mundo.


En la península de Hicacos, enclavada en la provincia de Matanzas, se encuentra la bellísima playa de Varadero, caracterizada por sus cristalinas y azules aguas, arena blanquísima y belleza natural, por lo que fue bautizada muy justamente con el apelativo de “Playa Azul”. Ese hermoso lugar, ubicado en el centro de la isla, fue descubierto en 1508 durante un viaje de exploración del español Sebastián de Ocampo y es considerado el punto más cercano del territorio cubano con el estrecho de La Florida, Estados Unidos, justamente a 90 millas.



Playa


Al triunfo de la Revolución, Varadero contaba con 23 hoteles y 18 casas de huéspedes, 30 centros nocturnos y 17 unidades gastronómicas, cantidad que no incluía cafeterías ni bares. Estas cifras, que no eran nada despreciables para la época en toda la región americana, lejos de incrementarse, se mantuvieron invariables hasta principio de los años 90, cuando el flamante primer mandatario de Cuba decidiera muy seriamente, por primera vez, emprender el desarrollo turístico del país.


La historia de Varadero, como segundo destino turístico de la isla después de La Habana, resulta realmente apasionante y se remonta a mediados del siglo XIX, cuando en 1883, un habitante local nombrado Mamerto Villar estableció el embrión de lo que serían después los grandes hoteles que abrieron sus puertas durante la primera mitad del Siglo XX. Este emprendedor señor, viendo las amplias perspectivas que ofrecía la zona, abrió una modesta fonda, la que también ofrecía cuartos para el alojamiento de los visitantes y, con el transcurso del tiempo, su establecimiento ganó gran popularidad, convirtiéndose en hospedaje obligado para todos los que decidían visitar y pernoctar en la ya conocida como “Playa Azul”. Cerca de este establecimiento, otro vecino, Antonio Torres Armengol, creó el “Kiosco Torres”, que vendía entre otros alimentos, pescado frito, acompañado con una deliciosa y fresquísima agua de coco y en 1888 amplió el establecimiento, de tablas y techo de tejas, con varios cuartos para alquilarlos. Este local, que prosperó con posterioridad hasta convertirse en el primer hotel de la península, estaba situado, muy cerca de la playa, en la actual Avenida Primera y calle 44.



Hotel


Varios años después se construyó el hotel “Varadero”, que fue el primer hotel de playa que existió en el famoso balneario, el cual fue inaugurado el 14 de diciembre de 1915. Este hotel, situado literalmente frente al mar, era un edificio de dos plantas, construido completamente de madera, con techo de tejas y funcionó como hotel por una década, hasta el paso por la península del terrible huracán de 1926 que destruyó por completo el famoso Club Náutico de Varadero, y dejó de funcionar como tal en esa fecha para convertirse en la sede de la mencionada asociación.



Hotel de playa


En las décadas de los años 30 y 40, comenzó el auge de los centros nocturnos y recreativos en Varadero. Se abrieron también varios hoteles, incluido el hotel “Kawama”, un cine, una tienda de productos industriales y otros locales destinados al disfrute y esparcimiento de los habitantes y turistas. Esta expansión continuó con la llegada de vuelos regulares desde La Habana en los años 30 y desde Miami a finales de los años 40, lo que consolidó el turismo como el principal renglón económico de la zona.


Uno de los hombres más importantes e imprescindible en la muy apasionante historia de Varadero es el del millonario norteamericano de origen francés, Ireneé Dupont de Nemours. Este acaudalado señor tuvo la magnífica iniciativa de comenzar a comprar tierras en toda la zona de Varadero y construyó la famosa mansión “Xanadú”. Su empresa, dedicada a la venta de tierras, urbanizó la península, vendiendo después los terrenos a precios significativamente más altos, lo que atrajo a numerosos inversores. Se dice que llegó a ser dueño de, prácticamente, la mitad de la península. Compró a 4 centavos el metro cuadrado de terreno y después de urbanizarlo, vendió el metro en precios que oscilaron desde 20 a 100 pesos.



Mansion


Pero sin lugar a duda, la construcción más famosa que marcó decisivamente el despegue del desarrollo turístico de Varadero fue el Hotel “Varadero Internacional”. Este magno hotel, ubicado en la primera línea de playa, se inauguró el 24 de diciembre de 1950, con un costo aproximado de tres millones de pesos, siendo su primer dueño el norteamericano de origen judío William Liebow. Posteriormente, su propietario lo vendió a Resterforte y en 1957 fue adquirido por la compañía “Hoteles Internacionales S.A.” que fue su última operadora antes de ser “nacionalizado” por el Gobierno revolucionario. En el momento de su “nacionalización”, era el hotel más lujoso de Varadero y uno de los más importantes del país. Contaba, entre sus numerosas ofertas, con un hermoso cabaret, el cabaret Continental, y un lujoso casino de juegos, al que asistía lo más selecto de la burguesía cubana, así como millonarios y hombres de negocios de los Estados Unidos y otras partes del mundo.



Hotel Internacional


Después de disfrutar de un agradable recorrido en ómnibus y llegar a nuestro destino, mis queridos padres y yo nos hospedamos en una modesta pero confortable habitación rentada en una casa particular perteneciente a una simpática señora conocida con el sobrenombre de “Chonga”, la cual estaba ubicada en la calle 32 y Avenida Primera, muy cerca de la playa. El desayuno, almuerzo y cena lo hacíamos en alguna de las muchas cafeterías o restaurantes que existían cerca del lugar o en el pequeño restaurante del entonces hotel “Tropical Asturias” que se encontraba justo en la intercepción de la Avenida Primera y la calle 32, donde ofertaban deliciosos platos a un precio muy módico, lo que como podrán apreciar, nos venía de maravillas. En esta casa pasamos una semana realmente fantástica y tengo en mente una pequeña anécdota que, aunque dramática en ese momento, después nos pareció bastante simpática, la cual, vale la pena narrar. Resultó ser que “Chonga” tenía un hermoso perro negro de la famosa raza Cocker Spaniel, el cual era el orgullo de toda la familia por su distinguido pedigrí y porque, en realidad, era muy simpático y cariñoso. El perro se pasaba la mayor parte del día amarrado bajo un frondoso árbol en el patio de la casa y un día de esa semana – para mi desgracia - le pedí a “Chonga” que me dejara darle un paseo por la cuadra, a lo que ella acepto gustosa porque el dichoso perro era muy amigable y juguetón y necesitaba gastar un poco de aquella vital energía. Pues, cual no sería mi sorpresa que, tan pronto desaté al perro del árbol y me encaminé con él sujetado por una correa a darle el citado paseo, este dio un fuerte tirón, se zafó de la correa y salió como un bólido corriendo por toda la cuadra hasta desaparecer más allá de la Avenida Primera rumbo a la playa. Como podrán imaginar, aquello me desconcertó grandemente y solo atiné a correr como un loco por toda la cuadra hacia la playa en su busca, pero, por más que buscaba, no aparecía el dichoso perro por ningún lugar. Después de una búsqueda infructuosa que me llevó largas horas, al caer la tarde, hambriento, sediento y agotado por la dura faena, no me quedó mas remedio que regresar a la casa y enfrentarme al peor dilema de todos, decirle a “Chonga” que su querido perro había desaparecido como por arte de magia. Inmediatamente que les informé la noticia, toda la familia en pleno, incluidos mis padres y yo, salimos a buscar al perro, pero este, por desgracia, jamás apareció. Aunque les pedimos mil disculpas por lo ocurrido, que ellos aparentemente aceptaron, al otro día, bien temprano, nos marchamos de la casa, no sin antes despedirnos con una inmensa pena por la trágica “pérdida” de su querido can.



Perro


Después de tres décadas de hibernación en su desarrollo, a principios de los años 90, la “Playa Azul” inició un acelerado proceso inversionista con la construcción de un gran número de hoteles, destinados fundamentalmente al turismo internacional, con el objetivo de desarrollar la llamada “industria sin chimeneas” como importante fuente de divisas al país y de esa forma aliviar la profunda crisis económica en que estaba inmerso después del estrepitoso colapso del campo socialista. Por sus conocidos atractivos naturales y la moderna infraestructura creada, Varadero se convirtió rápidamente en uno de los principales destinos turísticos del país, codiciado por miles de personas en todo el mundo y, por ende, en uno de los principales contribuyentes de la industria turística cubana. Según datos estadísticos, Varadero recibía anualmente más de 1 millón de turistas, siendo el primer centro turístico de sol y playa de Cuba y aportando entre el 30 y el 40 por ciento de los ingresos anuales de todo el sector turístico.


Esta sucinta pero interesante narración de la rica historia de la famosa “Playa Azul” cubana muestra cómo una pequeña comunidad con esfuerzos iniciales muy modestos se transformó con el paso de los años en un espléndido lugar de renombre internacional, gracias a la visión y perseverancia de sus primeros emprendedores.


Tal vez te interesen estas entradas

No hay comentarios