Capítulo IV: Acerca del Racionamiento y Otros Demonios

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Tienda Flogar en la Ciudad de La Habana



Aplicación del Racionamiento en Cuba Después de la Revolución.


En los primeros días de marzo de 1962, se anunció oficialmente mediante un decreto gubernamental la creación de la llamada “Libreta de Abastecimiento” – que en realidad es de racionamiento -, un nuevo sistema de distribución de un grupo bien reducido de productos alimenticios subsidiados por el estado en cantidades limitadas para todos los ciudadanos cubanos residentes permanentes en la isla. Inicialmente fue solo una política de racionamiento alimentario, pero con el paso del tiempo se agregaron otros productos industriales como cigarrillos, tabacos, fósforos y combustibles para cocinar. Todos estos productos se empezaron a distribuir a la población a través de las bodegas “nacionalizadas” en todos los puntos de la isla.  Posteriormente esta racionalización se extendió a la ropa, calzado y otros productos muy variados que se vendían en todas las tiendas por cupones – incluso juguetes - mediante la “Libreta de productos industriales”.



Libreta de Abastecimiento Cubana

Libreta de Productos Industriales Cubana


Al principio, este sistema de racionamiento incluía carne de res, pescado, leche fresca, embutidos y hasta turrones y manzanas para la Navidad, así como refrescos y cerveza para bodas y cumpleaños, pero posteriormente comenzó a estrecharse cada vez más, tras la desintegración del campo socialista y la crisis que vivió el país a partir de esa etapa – de la que nunca ha salido -, hasta el punto de llegar a una cuota mensual por persona de cinco huevos, una libra de frijoles, cuatro libras de azúcar, media libra de aceite, una libra de pollo, siete libra de arroz, cuatro onzas de café, un paquete de pasta y media libra de picadillo de soja, lo que perduró por muchos años, hasta que finalmente fue desapareciendo totalmente.


A los niños como yo en esa época, comenzaron a darle un litro de leche fresca en días alternos hasta cumplir los siete años, lo que después se cambió por tres kilogramos de leche en polvo al mes cuando desaparecieron definitivamente las lecherías. Los niños entre ocho y trece años recibían tres bolsas de yogur de soja semanalmente.



Dos Litros de Leche


En el caso de los productos industriales, aún recuerdo el enorme dilema que se presentaba para poder seleccionar entre comprar un calzoncillo, un colador de cocina o un peine, pues todos se vendían por un mismo cupón, por lo que había que decidir entre ponerse ropa interior, colar la leche o peinarse. La ropa y calzado de los niños era otro gran problema, porque solo se podía adquirir una muda de ropa y zapato de “salir” y otra de “andar” al año, y ya sabemos que eso resulta insuficiente para satisfacer las necesidades de cualquier niño medianamente tranquilo en un periodo tan largo de tiempo, ni que decir lo que pasaba con los más inquietos, que en las primeras salidas, ya se les había despegado la suela de los zapatos. Hasta se llegaron a racionar las imprescindibles toallas sanitarias que utilizan sistemáticamente las mujeres a unos pocos paquetes cada tres meses, teniendo estas que hacer maravillas para que les pudiera alcanzar. La famosa “Libreta de productos industriales” por cupones, desapareció sin dejar rastro y sin ninguna explicación al comenzar la crisis de la que hice mención anteriormente.


Como es de suponer, esta insuficiente cuota mensual de alimentos y productos industriales de primera necesidad era mayormente simbólica y no había una familia en Cuba que le pudiera alcanzar hasta finales de mes, sobre todo las que tenían varios hijos, por lo que debían completarla obligatoriamente comprando el resto de sus necesidades en el “Mercado Negro” o informal a precios superiores, a los cuales muchos no tenían acceso y no les quedaba más remedio que restringirse y conformarse.


En septiembre del mismo año que comienza el racionamiento, empecé el Primer grado de la enseñanza primaria en una escuelita pública que estaba ubicada en los altos de un antiguo y algo deteriorado edificio en la calle Egido esquina Corrales, al lado de un pequeño cine de barrio, donde en ese entonces, por un precio de veinte centavos los mayores y quince centavos los niños se podía disfrutar de dos películas, dos dibujos animados, un documental y un noticiero actualizado, que proyectaban de forma continua durante tres tandas diarias. Me viene a la mente que en varias ocasiones lo visité con mis padres, que eran fanáticos al cine, y veíamos, entre otras, emocionantes películas de Tarzán, interpretadas por famosos actores de esa época, las cuales eran aprobadas para todas las edades.



Tarzán, Jane y Boy



Hasta los “Reyes Magos” se vieron afectados por el racionamiento en Cuba, ya que también fueron restringidos a tres los juguetes que podían recibir los niños una vez al año. “Básicos, no básicos y dirigidos”, así clasificaba el gobierno los juguetes que eran asignados por la “Libreta de productos industriales” a los núcleos donde vivían niños. Los juguetes "básicos" eran los más caros y atractivos a todos; los "no básicos", eran más simples y menos costosos y los "dirigidos" - ¡
mi madre!, tenías que comprarlos obligatoriamente, de forma convoyada y sin poder escoger.


En una ocasión, deslumbrado por lo que pude ver en unión de mis padres en algunas de las tiendas cercanas a mi hogar, elaboré muy precariamente, porque apenas comenzaba a escribir, una extensa “cartica” de solicitud a los “Reyes Magos”, en la que incluí, entre otras cosas, una flamante bicicletica de dos rueditas y un relumbrante traje completo de “vikingo”, con su espada, casco y escudo incluido. Aunque en los últimos días del año fui un modelo de conducta, me comía toda la sopa y hasta recogía mis zapatos, con tal de poder lograr mi solicitud, me aguardaba una inesperada sorpresa; esa lluviosa mañana del 6 de enero me levanté más temprano y fácil que de costumbre y rápidamente me dirigí junto a mis padres a buscar lo que me habían traído los “Reyes” y solo pude encontrar, para mi asombro, un revólver de fulminante, una colorida pelota de goma y un trompo de madera.



Revólver de Fulminante de Juguete

Pelota de Goma de Juguete

Trompo de Madera de Juguete


Las famosas vidrieras de las tiendas tales como “Flogar”, “La Defensa” y “Ultra”, ubicadas en las céntricas calles Galiano, Monte y Reina respectivamente, siempre repletas de bellos juguetes en los días próximos al “Día de los Reyes”, ya se veían deslucidas y algo desabastecidas, pues la mayoría de los juguetes, que ahora traían de Rusia y China fundamentalmente, ya no eran tan abundantes, atractivos, ni variados como los de antaño y sus portales en las noches, tan iluminados, despejados y limpios, ahora se veían sombríos, sucios y repletos de personas tiradas en el piso sobre cartones, que se quedaban por las noches haciendo una enorme fila para, primeramente, dar sus datos en la tienda para que les permitieran entrar en un sorteo; luego del sorteo, recibir un bono que tenía el número que marcaba su posición definitiva en la fila para, finalmente,  entrar a la tienda y una vez dentro, poder comprar los tres tristes juguetes que lograban alcanzar en ese momento.


Ya la famosa “cartica” que hacíamos los niños a los “Reyes Magos” solicitándoles los juguetes de nuestra preferencia, debía esperar hasta el momento que los padres adquirieran los juguetes y estos después tenían que convencernos y prácticamente obligarnos a realizar esa selección no opcional. Muchos niños de mi edad, ya se estaban dando cuenta rápidamente que los juguetes no salían de las alforjas de los agotados camellos de los famosos “Reyes Magos”, sino de las numerosas horas en vela y el sacrificio de nuestros padres para poder adquirirlos en la tienda y debido a eso, aquella tan bella ilusión que teníamos hasta ese momento los niños cubanos, esperando cada año el “Día de los Reyes”, comenzó a languidecer y desaparecer poco a poco, al igual que desaparecieron otras tantas cosas en el país.


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2 comentarios

  1. La ropa y calzado de los niños era otro gran problema, porque solo se podía adquirir una muda de ropa y zapato de “salir” y otra de “andar” al año....
    Es increíble!! Cómo una persona pudo mandar a la ruina a todo un país? La triste historia de Cuba.

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  2. Súper este capítulo, verdaderamente yo no recordaba nada, claro eran mis padres los que entendían ese tropelaje, de la época. Continúa Tony, muchas gracias.

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