La ciudad de la Habana, a pesar de su pequeño tamaño en comparación con otras capitales del mundo, tiene abundantes parques que llenan de admiración a todos aquellos que tienen el placer de conocerla, representando un magnífico ejemplo de cómo se puede conservar la naturaleza dentro de una populosa urbe. No existe un solo barrio habanero que no cuente al menos con un parque y a pocos kilómetros del centro urbano, se encuentran fabulosas instalaciones de esparcimiento y recreación, con enormes extensiones de terreno cubiertas de una tupida y muy diversa vegetación, que las convierten en verdaderos “pulmones” de la ciudad.
Los nombres de los parques habaneros son tan diversos como sus propios orígenes. La mayoría de ellos tienen nombres de héroes o personajes famosos, pudiendo citar por ejemplo, el Parque Maceo, frente al malecón habanero, con su majestuosa estatua del “Titán de bronce”, montado en su brioso corcel; el Parque Córdoba, en la Víbora, en homenaje a Emilia de Córdoba y Rubio, heroína de las guerras de independencia; el Parque Coyula, en la Avenida 19 entre 30 y 34, en el municipio Playa, dedicado al Comandante del Ejército Libertador Miguel Coyula; el Parque John Lennon, ubicado en la calle 17 entre 6 y 8, en el Vedado, donde se encuentra una escultura de bronce dedicada a uno de los integrantes del muy famoso grupo “Beatles”; el Parque del Quijote, localizado justamente en 23 y J, en el Vedado, donde se erige la estatua ecuestre del “Caballero de la Triste Figura”, y el de Sancho Panza, en la esquina de las calles Obispo y Aguacate, en La Habana Vieja, donde se encuentra la escultura de su tenaz y más fiel compañero, haciendo alusión a los afamados personajes literarios de Miguel de Cervantes Saavedra.
La crisis económica que ha estado sufriendo Cuba desde el desmoronamiento del campo socialista se ha ido extendiendo a todos los rincones de la sociedad y lamentablemente está dejando huellas que son irreversibles, como es el caso del deterioro creciente de sus valiosos tesoros patrimoniales. No se pierde solo lo material, sino también desaparecen los valores espirituales, que son mucho más importantes, la historia de cada lugar es irrecuperable e irrepetible. El otrora esplendor de los hermosos e inigualables parques habaneros, pasaran al recuerdo de las personas que como yo los conocieron y disfrutaron y se perderán definitivamente para las nuevas generaciones.
Continuación: Parte 2
Así mismo es primo, muy de acuerdo con tu narración,es una lástima que todas ésas maravillas con que contaba nuestra Ciudad ,se hayan perdido junto con los valores humanos.
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