Las Cafeterías Habaneras y su Impacto en la Vida Cotidiana de la Población.
Si había algo que me gustaba muchísimo era salir de compras a las tiendas con mi madre porque sabía que, además de regresar a la casa con alguna nueva adquisición, nuestro recorrido siempre culminaba con el disfrute de una deliciosa merienda en una de las tantas cafeterías con que contaba la Habana en esa época. En esa ocasión, comenzamos nuestro recorrido en la calle Monte, que era nuestra preferida, debido a que estaba muy cerca de donde vivíamos y porque, después de que dobláramos por la esquina donde estaba el bar cafetería “La zambumbia”, teníamos una amplia selección de tiendas de todo tipo, unas al lado de la otra, desde allí hasta llegar a la esquina de “Cuatro caminos”. Muy cerca del mediodía, después de haber hecho algunas compras, entramos a la peletería “La Defensa”, situada en la misma esquina de las calles Monte y Factoría, porque vimos en exhibición en sus vidrieras y nos atrajo unos novedosos zapatos que estaban muy de moda entre la juventud en esos días, los célebres “Kikos” plásticos. Los había de varios colores y en diferentes modelos para hombres, mujeres y niños, tanto de cordones como mocasines, pero todos, absolutamente todos, tenían algo en común, eran insoportablemente calurosos, si consideramos el extremo clima tropical de Cuba, y cuando te los calzabas y caminabas con ellos bajo el ardiente sol unas cuantas cuadras, se calentaban en tus pies, dejándote todas las marcas impresas en la piel del característico calado de su diseño. No conozco los detalles del origen de la iniciativa de su producción en la isla, pero si recuerdo que se hacían por miles – y quizás millones - en una fábrica de calzado de la capital, donde habían montado modernas máquinas de inyección adquiridas por el país en el exterior, las cuales contaban con diversos moldes que se nutrían de materia prima nueva o materiales plásticos reciclados. Después de probarme y comprar mis flamantes “Kikos” plásticos, nos dirigimos mi madre y yo al conocido popularmente como “Ten Cent de Monte” y renombrado por el estado cubano como “Variedades Monte”, a paladear en su espléndida cancha de soda de una exquisita y refrescante merienda.
En el caso de los muy
afamados y concurridos Ten Cent, que antes de 1959 eran filiales
de la Compañía norteamericana F.W. Woolworth y después de “nacionalizados”
fueron rebautizados con el nombre de “Variedades”, eran tiendas minoristas donde
se vendía una amplia variedad de artículos, todos muy baratos, fundándose en
toda Cuba, antes de la revolución, un total de 10 establecimientos, 5 de ellos en
La Habana y el resto en otras provincias del país. En la Habana, estos 5 modernos centros comerciales estaban ubicados: en la esquina de las calles
Monte y Suárez en la Habana Vieja, en la esquina de las calles Galiano y San
Rafael en Centro Habana, en la esquina de las calles Obispo y Habana en la
Habana Vieja, en la esquina de las calles 23 y 10 en el Vedado y en la esquina
de las calles 42 y primera en Playa. Los más renombrados de las provincias estaban localizados en las ciudades de Matanzas, Cienfuegos y Santiago de Cuba
respectivamente. Todos tenían en común una reluciente fachada enchapada con
láminas metálicas acanaladas y amplios ventanales de cristal y dentro, contaban
con varios pisos, donde se encontraban los distintos departamentos de ventas
minoristas, especializados en un amplio surtido de productos, a cuyos pisos se
accedía, muy cómodamente, a través de sendas escaleras rodantes metálicas de la
marca Westinghouse. Pero lo más novedoso y recordado de estas tiendas era su moderna
cafetería, ambientada con un excelente sistema de aire acondicionado y música
indirecta, la cual tenía una larga barra de formica, cómodas banquetas giratorias
y un espacioso pantry todo niquelado y preparado convenientemente con el equipamiento
más moderno de la década de los 50. Su amplio menú no carecía en ninguna
ocasión de exquisitos refrigerios como por ejemplo, “hot cakes” cubiertos de sirope o miel,
batidos de frutas frescas, malteadas, helados de diferentes sabores, refrescos, manzanas acarameladas,
sándwiches de jamón y queso, pizzetas, pastelería recién horneada, flanes,
pudines y lo mejor de todo, los deliciosos e inigualables bocaditos de ensalada
de pollo, pavo, atún o huevo.
De aquel tan gustado café expreso mañanero que tanto anhelaban los habaneros, poco quedó, y cuando se tenía la inmensa suerte de encontrarlo en alguna furtiva cafetería, era preciso hacer una larga fila y lidiar con el mal carácter de sus expendedores y por supuesto, poco quedó también de su agradable aroma y exquisito sabor de antaño. Por si esto fuera poco, desde comienzos de la segunda decena de este siglo, la carencia del aromático grano ha afectado sensiblemente al pueblo cubano a lo largo y ancho del país y la tan esperada cuota normada mensual de café “Hola” desapareció de las bodegas y los estantes hogareños, por lo que se ha hecho casi imposible desayunar con una simple taza de café, tanto en la casa como en la calle.
Ufffff un bombazo este capítulo, me ha encantado este recuerdo.Todos los jóvenes locos por los kikos. El Ten Cent, sus ricos bocaditos de Atún, mis preferidos hasta los días de hoy. Muchas gracias Tony, cómo estás aportando a nuestros recuerdos!!!!!!!!
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