Capítulo XI: Aroma de Café

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Cafetería Habanera

Las Cafeterías Habaneras y su Impacto en la Vida Cotidiana de la Población.

Si había algo que me gustaba muchísimo era salir de compras a las tiendas con mi madre porque sabía que, además de regresar a la casa con alguna nueva adquisición, nuestro recorrido siempre culminaba con el disfrute de una deliciosa merienda en una de las tantas cafeterías con que contaba la Habana en esa época. En esa ocasión, comenzamos nuestro recorrido en la calle Monte, que era nuestra preferida, debido a que estaba muy cerca de donde vivíamos y porque, después de que dobláramos por la esquina donde estaba el bar cafetería “La zambumbia”, teníamos una amplia selección de tiendas de todo tipo, unas al lado de la otra, desde allí hasta llegar a la esquina de “Cuatro caminos”. Muy cerca del mediodía, después de haber hecho algunas compras, entramos a la peletería “La Defensa”, situada en la misma esquina de las calles Monte y Factoría, porque vimos en exhibición en sus vidrieras y nos atrajo unos novedosos zapatos que estaban muy de moda entre la juventud en esos días, los célebres “Kikos” plásticos. Los había de varios colores y en diferentes modelos para hombres, mujeres y niños, tanto de cordones como mocasines, pero todos, absolutamente todos, tenían algo en común, eran insoportablemente calurosos, si consideramos el extremo clima tropical de Cuba, y cuando te los calzabas y caminabas con ellos bajo el ardiente sol unas cuantas cuadras, se calentaban en tus pies, dejándote todas las marcas impresas en la piel del característico calado de su diseño. No conozco los detalles del origen de la iniciativa de su producción en la isla, pero si recuerdo que se hacían por miles – y quizás millones - en una fábrica de calzado de la capital, donde habían montado modernas máquinas de inyección adquiridas por el país en el exterior, las cuales contaban con diversos moldes que se nutrían de materia prima nueva o materiales plásticos reciclados. Después de probarme y comprar mis flamantes “Kikos” plásticos, nos dirigimos mi madre y yo al conocido popularmente como “Ten Cent de Monte” y renombrado por el estado cubano como “Variedades Monte”, a paladear en su espléndida cancha de soda de una exquisita y refrescante merienda.


Zapatos Kikos Plásticos

Tienda Habanera Ten Cent de Monte


La ciudad de la Habana en esa época aún permanecía “congelada” con algunas cosas que existían antes de 1959, aunque muchas ya habían desaparecido, y entre ellas - por suerte -, se mantenía más o menos intacta la presencia de numerosas cafeterías, de variados tipos, en los barrios, los repartos, las tiendas, los hoteles, los hospitales, las funerarias, las terminales de ómnibus y de trenes y otros muchos lugares, algunas muy lujosas y confortables como “El Carmelo” de Calzada y  “Kasalta” a la entrada del túnel de Quinta avenida, ubicadas en las zonas residenciales del Vedado y Miramar respectivamente, hasta los muy pequeños y humildes locales situados en los más insospechados lugares de los barrios más pobres de la Habana. Era una tradición popular muy arraigada en la mayoría de los habaneros degustar de, al menos, una exquisita y humeante taza de café expreso temprano en la mañana en la cafetería de su preferencia más cercana a su domicilio, momentos antes de dirigirse al trabajo o al centro de estudio y por la frecuencia de este hecho, se establecían verdaderas relaciones de fraternidad entre los encargados de estas cafeterías y sus clientes habituales.


Cafetería Carmelo de Calzada en el Vedado

Cafetería Kasalta en Playa

Máquina de Café Expreso


En el caso de los muy afamados y concurridos Ten Cent, que antes de 1959 eran filiales de la Compañía norteamericana F.W. Woolworth y después de “nacionalizados” fueron rebautizados con el nombre de “Variedades”, eran tiendas minoristas donde se vendía una amplia variedad de artículos, todos muy baratos, fundándose en toda Cuba, antes de la revolución, un total de 10 establecimientos, 5 de ellos en La Habana y el resto en otras provincias del país. En la Habana, estos 5 modernos centros comerciales estaban ubicados: en la esquina de las calles Monte y Suárez en la Habana Vieja, en la esquina de las calles Galiano y San Rafael en Centro Habana, en la esquina de las calles Obispo y Habana en la Habana Vieja, en la esquina de las calles 23 y 10 en el Vedado y en la esquina de las calles 42 y primera en Playa. Los más renombrados de las provincias estaban localizados en las ciudades de Matanzas, Cienfuegos y Santiago de Cuba respectivamente. Todos tenían en común una reluciente fachada enchapada con láminas metálicas acanaladas y amplios ventanales de cristal y dentro, contaban con varios pisos, donde se encontraban los distintos departamentos de ventas minoristas, especializados en un amplio surtido de productos, a cuyos pisos se accedía, muy cómodamente, a través de sendas escaleras rodantes metálicas de la marca Westinghouse. Pero lo más novedoso y recordado de estas tiendas era su moderna cafetería, ambientada con un excelente sistema de aire acondicionado y música indirecta, la cual tenía una larga barra de formica, cómodas banquetas giratorias y un espacioso pantry todo niquelado y preparado convenientemente con el equipamiento más moderno de la década de los 50. Su amplio menú no carecía en ninguna ocasión de exquisitos refrigerios como por ejemplo, “hot cakes” cubiertos de sirope o miel, batidos de frutas frescas, malteadas, helados de diferentes sabores, refrescos, manzanas acarameladas, sándwiches de jamón y queso, pizzetas, pastelería recién horneada, flanes, pudines y lo mejor de todo, los deliciosos e inigualables bocaditos de ensalada de pollo, pavo, atún o huevo.



Cafetería Ten Cent de Galiano en La Habana


Con el inexorable paso del tiempo y sin suficiente o ningún mantenimiento, no quedó mucho del esplendor de aquellos excelentes sitios de comida ligera. Algunos fueron radicalmente modificados, no siempre para bien, como es el caso de los anteriormente citados Ten cent, quedando de ellos solo una triste caricatura de su anterior imagen. Otros cambiaron su antiguo objeto social y se convirtieron en oficinas, ferias improvisadas de ventas minoristas, parqueos de bicicleta y motos y en muchos casos, viviendas. Y lo más penoso, algunos simplemente desaparecieron y no son hoy más que un montón de ruinas, nauseabundas e insalubres.


Cafetería Kasalta en Playa Deteriorada


Las pocas cafeterías estatales que sobrevivieron apenas pudieron sostener un tambaleante y escaso menú, al punto que, en algunas ocasiones, para tratar de obtener algún resultado económico, tuvieron que variar sus ofertas habituales e introducir productos indiscutiblemente necesarios, pero tan inverosímiles para estos lugares como preservativos y líquidos de limpieza. Del servicio brindado, también hay bastante tela por donde cortar, la mala calidad de los productos, el maltrato, el robo, la estafa y la desmotivación de sus dependientes, se codeaba día tras día con los conocidos emparedados fríos y los refrescos calientes, recayendo todo esto sobre los pobres clientes que tuvieron que sufrir de estos males por muchos años.


De aquel tan gustado café expreso mañanero que tanto anhelaban los habaneros, poco quedó, y cuando se tenía la inmensa suerte de encontrarlo en alguna furtiva cafetería, era preciso hacer una larga fila y lidiar con el mal carácter de sus expendedores y por supuesto, poco quedó también de su agradable aroma y exquisito sabor de antaño. Por si esto fuera poco, desde comienzos de la segunda decena de este siglo, la carencia del aromático grano ha afectado sensiblemente al pueblo cubano a lo largo y ancho del país y la tan esperada cuota normada mensual de café “Hola” desapareció de las bodegas y los estantes hogareños, por lo que se ha hecho casi imposible desayunar con una simple taza de café, tanto en la casa como en la calle.



Bolsa de Café Mezcaldo Hola


Después de tantos experimentos y bandazos dados a lo largo de los años con que cuenta la revolución, que han ido desde la total “nacionalización” de estos imprescindibles establecimientos gastronómicos y pase de ellos al sector estatal a inicio de los años 60, pasando por el cuentapropismo en el año 2010, hasta la muy reciente creación de las micro, pequeñas y medianas empresas, con la consiguiente autogestión y arrendamiento de sus instalaciones, cada una de estas “brillantes” medidas ha tenido un comienzo feliz, pero con el paso del tiempo no han podido sostenerse, perdiéndose irremediablemente su eficacia y efectividad inicial.

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1 comentario

  1. Ufffff un bombazo este capítulo, me ha encantado este recuerdo.Todos los jóvenes locos por los kikos. El Ten Cent, sus ricos bocaditos de Atún, mis preferidos hasta los días de hoy. Muchas gracias Tony, cómo estás aportando a nuestros recuerdos!!!!!!!!

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